lunes, 26 de septiembre de 2011

El origen de la revolución social: Parte I



Hay una frase de la película "La lista de Schindler" que dice así: "-Quien salva una vida salva el mundo entero". La frase viene a decir que una vida humana es tan importante que su pérdida o su salvación son de una trascendencia incuantificable.

En este caso, no salvarle la vida a un ciudadano, Mohamed Bouazizi, fue el detonante del derrocamiento de Zine el Abidine Ben Alí (presidente tunecino que gobernó y oprimió a su pueblo desde el 87 hasta enero de 2011) así como el factor que agitó, si no al mundo entero, a buena parte de él.



Quién fue Mohamed Bouazizi y cuál es su legado:

Mohamed Bouazizi fue un joven tunecino de 23 años que trabajaba desde los 10 en un puesto de venta de frutas y verduras, cobrando una media de 10 o 15 dinares diarios (unos 8 euros), diplomado en Informática pero, como el 14% de la juventud tunecina y la mitad de los jóvenes de lo países árabes, perdido en la inmensidad del paro. Nada sorprendente teniendo en cuenta que en éstos países el índice de pobreza afecta a un 40% de la población.




El 17 de diciembre del año pasado, ante una expectativa de futuro completamente nula y las continuas humillaciones de la corrupta policía, Mohamed Bouazizi se roció con aceite y se prendió fuego. Pero su muerte no fue en vano. La llama que prendió se convirtió en una corriente de indignación que llevó a la población a protestar contra el gobierno.




 (Ben Alí visita a Bouazizi en una estrategia propagandística, poco antes de que éste último muriera el 5 de Enero, tras días de agonía)
Corrupción, nepotismo, cleptocracia, opresión, torturas, abuso de poder...Fueron solo algunos de los ingredientes del caldo de cultivo que acabó por derramarse, provocando una ola de protestas que obligaron al principal culpable, el dictador Ben Alí, a huír del país y refugiarse en Arabia Saudí.

Tras de sí dejó un país mangoneado durante 23 años, donde la familia de su mujer se apoderaba de concesiones y tramaba negocios ilícitos a sus anchas, donde pronunciar su nombre sin alabarlo podía ser motivo de arresto. Un país donde los imanes empezaban sus oraciones alabando a su presidente como si del mismísimo Alá se tratase.

Pero el 14 de Enero todo cambió. Los imanes dejaron de pronunciar el nombre de Ben Alí en sus rezos y otro nombre empezó a oírse en las calles. Un nombre con el que la gente pretendería renombrar la conocida Avenida Habib Burguiba, el nombre del hombre que, en mayor o menor grado, los animó a despertar: Mohamed Bouazizi.












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